miércoles, 3 de octubre de 2007

El Padre de la Patria

Es fácil acceder a las biografías de Miguel Hidalgo y Costilla; en general nos presentan un adalid que debemos aceptar casi en automático pues los historiadores posteriores a la revolución mexicana se encargaron de producir personajes mofletudos, sin carácter, sin vicio... sin humanidad, un tanto huecos y parecidos a esas historias de santos, donde rara vez tienen tentaciones y cuando las tienen, las rechazan heroicamente.

En parte ha de ser porque Don Miguel era un sacerdote muy especial. Criollo de una larga cadena de hermanos (su papá tuvo tres esposas, la tercera era una jovencita y Don Cristóbal Costilla ya un anciano, aun así aguanto para procrear con ella un vástago, que se sumó a los otros once que tuvo (6 y 5). Tal prole acabó al cuidado de tíos y tías, como era tan usual en la época virreinal.

Don Cristóbal no escapó a tal práctica, lo crió su abuelo, por lo que adoptó Costilla por primer nombre, cosa que mantuvo Don Miguel: Tanto él como su hermano mayor estudiaron para sacerdotes, su hermano fue quizá tan célebre como Don Miguel, pues obtuvo el curato de Dolores, que era muy disputado por se un nodo que permitía hacer relaciones, negocios y parentela.

Don Miguel tuvo con criollas cuatro hijos, tres damas y un caballero; una de ellas se disfrazaba de hombre para confundirse entre los soldados durante las batallas de insurgencia, por lo que le apodaban la "Fernandita", pues decían se parecía al rey de España. ¡Ya me imagino lo que dirían las izquierdas y las derechas de tan inusitado líder!

Aunque se habla mucho del trato democrático que dispensaba a los mestizos y a los oriundos o naturales, y que les enseñaba oficios, más me parece que tenía buena mano para los negocios, pues tuvo para contar con diversos talleres de alfarería y para ser dueño de dos haciendas a la vez, aunque no las trabajaba tanto como para encariñarse, pues compraba y vendía bienes raíces.

Gustaba del chocolate, de hecho en algunas crónicas se afirma que tomaba uno cuando Aldama fue avisarle que las indiscreciones de doña Josefa Ortíz habían descubierto la conspiración para la independencia de México. También señalan algunos testigos que repartió chocolates entre los soldados que tenían como misión fusilarlo.

Las personas que lo conocieron, escriben que era desaliñado, más bien áspero para hablar, o poco amable y siempre nervioso o diligente. Vestía dicen siempre como cura de ciudad pobre, así que era poco ostentoso en su vestimenta. Aun así el único retrato de la época, un grabado bastante discutible lo pinta como típico hacendado, con capa roja, sombrero a la pluma y botas de trabajo.

De un plumazo, mi impresión, después de revisar algunos escritos es que Don Miguel era  empresario, desaliñado, codo y orgulloso (durante su estancia en Guadalajara se hacia llamar su magnificencia y en los documentos que escribía López Rayón le daba el título de Generalísimo, para distinguirlo del envidioso Allende).

Para leer más: Miguel Guzmán Peredo. "Hidalgo y la ruta de la independencia" (es un resumen, pero cuenta con un buen número de fuentes y documentos de referencia, así como para empezar la investigación.